Desde el mismo momento en que comenzó el día 20, puede decirse que empezó el bullicio y la alegría precursora de la fiesta; fue enorme la animación que se observaba en todos los puntos de la capital, pudiéndose asegurar que las principales vías ofrecían el aspecto de las tardes de corrida en agosto. Fueron más de dos mil personas las que llegaron a San Sebastián para presenciar las fiestas, en las que se incluían las inauguraciones de un muro en el puerto y de un puente sobre el río Urumea: el de María Cristina
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